escrito por el periodista y escritor Cesáreo Silvestre
Peguero, nace en un entorno donde el tiempo y la materia se gestionan con una precisión metodológica absoluta.
1. La Arquitectura Técnica del Taller
El espacio de trabajo de Ramón de la Rosa
funciona como un laboratorio de alta eficiencia. El orden en la disposición de los pigmentos y las herramientas revela una planificación orientada al resultado final. No hay elementos al azar; el uso de materiales industriales junto a pinceles de detalle muestra una hibridación técnica. El autor dedica horas a la preparación de superficies con relieves táctiles que otorgan a la portada una dimensión tridimensional, permitiendo que la obra tenga un peso físico antes de recibir el color.
2. El Proceso de Construcción Visual
La labor en el caballete es un ejercicio de traducción de conceptos a formas. La perspectiva de creación se divide en dos fases críticas que conviven en el taller:
La Fase de Estructura: Donde se esculpe la textura y se disponen los elementos tecnológicos (chips y películas). Aquí el tiempo se invierte en la solidez del soporte.
La Fase de Definición: Donde el pincel fino extrae la expresión de la boca y la mirada. Es un momento de máxima concentración técnica donde el autor asegura que la "Voz" y la "Memoria" sean legibles para el espectador.
3. El Tiempo como Herramienta de Excelencia
En este estudio, el tiempo no es una medida de espera, sino una materia prima. Se percibe una disciplina férrea en la ejecución:
Tiempo de Reflexión: El autor analiza la composición para que la mirada del público sea guiada de forma centrífuga desde el grito central hacia los detalles técnicos periféricos.
Tiempo de Reacción Química: El manejo experto de capas y veladuras sobre el relieve garantiza que el turquesa y el cobre interactúen con la luz ambiental del taller, creando una profundidad que el papel impreso luego deberá honrar.
4. La Obra como Documento Independiente
El resultado es una pieza que se desprende de su creador para cumplir una función comunicativa universal. La integración de la tecnología en un soporte orgánico resuelve el conflicto entre lo antiguo y lo moderno. Ramón de la Rosa entrega su maestría para que la pintura sea un testimonio técnico, una herramienta que hable con autoridad sobre la capacidad del documental para preservar la verdad.
Este proceso integral demuestra que la portada no es solo una imagen, sino el producto de una ingeniería artística que combina la paciencia del oficio con la visión del comunicador moderno.
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