miércoles, 27 de agosto de 2025

Eutanasia pasiva: ser mayor no es desaparecer


La periodista Aura Lucía Mera, alza la voz en el diario El Espectador contra una forma de violencia silenciosa y extendida: la eutanasia pasiva. No se trata de inyecciones letales ni decisiones clínicas terminales, sino de algo más cotidiano y cruel: el abandono social, la indiferencia institucional y el desprecio disfrazado de eficiencia que empuja a las personas mayores hacia la invisibilidad.

“Conozco y desapruebo totalmente la eutanasia pasiva que se ha implantado y se ejecuta cada día con los viejos”, cita Mera, apropiándose de una carta publicada en El País.

Y detalla con precisión quirúrgica los síntomas de esta pandemia no declarada: pedir cita previa para todo, luchar con contestadores automáticos, ser empujado en un supermercado sin siquiera tener tiempo de guardar la compra. La ancianidad se ha convertido en un estorbo que molesta por moverse despacio, por no entender el lenguaje digital, por no ser rentable.

Esta exclusión no solo afecta la logística diaria, sino que cala hondo en la identidad. “La etiqueta de jubilado predispone al alejamiento”, señala Mera. Lo que debería ser un tiempo de plenitud personal se convierte en mutilación emocional. Las personas mayores dejan de ser escuchadas, deseadas, tenidas en cuenta. El “edadismo”, como lo define el catedrático español Manel Domínguez, convierte a los séniores en ciudadanos de segunda, “invisibles”, sobre todo si son mujeres, viudas y ya fuera del sistema laboral.

Mera, desde su propia vivencia, denuncia también el lenguaje humillante de ciertos entornos institucionales: “Coja la cucharita, tómese la sopita, vamos a la camita”, dicen algunos enfermeros, infantilizando a quienes conservan todavía lucidez, historia y dignidad.

El mensaje es claro: no importas. “Veo con terror lo que sucede a mi alrededor”, escribe, al recordar visitas a hogares geriátricos donde la soledad se percibe incluso entre varios cuerpos presentes.

Sin embargo, no todo está perdido. “El cambio verdadero lo vamos a dar los séniores”, afirma, citando a Domínguez. Y lo hará quien, como Mera, se niegue a vivir de espaldas al deseo, a la opinión o a la vida misma.

Quien siga opinando, amando, equivocándose, rebelándose. Quien, ante la etiqueta “riesgo de caída”, tenga todavía fuerza y humor para dar “una última patada antes de pedir la eutanasia inyectada”.

Redacción
En Positivo

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