jueves, 23 de octubre de 2025

Extravío del juicio

Por Cesáreo Silvestre Peguero

Hay personas a las que no se les puede criticar su torpeza,
porque más que maldad, en ellas habita la ignorancia.
Y es que la ceguera del alma suele hablar antes que el corazón.

Pero el error más grande es aquel que, en su confusión,
pretende justificar la violencia con las guerras de David.
Usar las muertes del rey para aprobar la espada de otro,
es torcer la Palabra y profanar la verdad.

David fue un hombre de guerra, sí,
pero no por ambición personal ni por odio,
sino porque vivió en tiempos donde Israel debía defender su tierra
y ejecutar los juicios de Dios contra pueblos idólatras y enemigos del Altísimo.
Él mató a Goliat no por orgullo, sino por la afrenta que el filisteo lanzaba al Dios de Israel.
Luchó contra filisteos, amonitas y amalecitas por mandato divino,
no por deseo de sangre.
Y aun así, cuando quiso edificar el templo,
Dios le negó ese honor y le dijo:
“Has derramado mucha sangre, por tanto, no edificarás casa a mi nombre.”

Por eso, quien cita a David para justificar al que mata,
no entiende el mensaje.
Dios no aprobó la espada, aprobó el corazón arrepentido.
El David que triunfó no fue el que venció a Goliat,
sino el que se humilló ante Dios diciendo:
“He pecado contra Jehová.”

El que toma la Biblia para excusar la maldad,
no ha comprendido la gracia.
Porque el perdón divino nunca es permiso para pecar,
sino oportunidad para cambiar.

> “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
y renueva un espíritu recto dentro de mí.”
salmo capítulo cincuenta y uno, verso 10

No hay comentarios: